¡Alerta Ambiental! Metales Pesados en Suelo y Agua: ¿Qué Peligros Ocultan?

¡Alerta Ambiental! Metales Pesados en Suelo y Agua: ¿Qué Peligros Ocultan?

En la encrucijada entre la agricultura y la preservación del medio ambiente, surge un desafío crucial: la contaminación por metales pesados en el agua y el suelo. Estos elementos tóxicos, que incluyen al plomo, mercurio, cadmio y arsénico, representan una amenaza latente para la agricultura sostenible y la salud humana. Sumerjámonos en este complejo escenario para comprender los peligros ocultos y las implicaciones que conlleva.

En un mundo cada vez más industrializado, la actividad humana ha liberado grandes cantidades de metales pesados al medio ambiente. Provenientes de industrias, minas, vertidos de desechos y el uso indiscriminado de fertilizantes y pesticidas, estos contaminantes encuentran su camino hacia las fuentes hídricas y se infiltran en los suelos de cultivo. Con el tiempo, se acumulan de forma insidiosa, amenazando la integridad de nuestros ecosistemas y la seguridad alimentaria.

Los metales pesados presentes en el suelo considerados como muy tóxicos y en concentraciones que sobrepasan los niveles de toxicidad son: Plata (Ag), Arsénico (As), Bismuto (Bi), Cadmio (Cd), Cobalto (Co), Cobre (Cu), Mercurio (Hg), Níquel (Ni), Plomo (Pb), Paladio (Pd), Platino (Pt), Antimonio (Sb), Selenio (Se), Estaño (Sn), Telurio (Te), Talio (Tl) y Zinc (Zn).

De todos los metales pesados mencionados, solo diez son fácilmente movilizados por la actividad humana en proporciones superiores a las originadas por los procesos geológicos, los cuales son: Plata (Ag), Arsénico (As), Cadmio (Cd), Cobre (Cu), Mercurio (Hg), Níquel (Ni), Plomo (Pb), Antimonio (Sb), Estaño (Sn) y Talio (Tl)

Entre los diversos métodos existentes para el control de este tipo de metales podemos encontrar métodos tales como:

  • Precipitación
  • Óxido-reducción
  • Intercambio iónico
  • Filtración
  • Tratamiento electroquímico
  • Tecnologías de membrana y recuperación por evaporación
  • Adsorción y bioadsorción

 

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Imagen 2. La Presa “El comedero” ubicado en Sinaloa, Sin. Y el ecocidio por la actividad minera ha llevado a mortalidad de peces y peligros de salud a las comunidades debido a la contaminación de agua con arsénico y metales pesados.

Los metales pesados depositados en el suelo tienden a quedarse, principalmente en los horizontes superficiales. Estos metales están sujetos a procesos de retención similares a los que ocurren en los suelos naturales, pero suelen encontrarse en concentraciones más altas y en formas complejas que varían según la fuente contaminante. Algunos de estos procesos incluyen la precipitación como fase sólida del suelo, la adsorción por coloides inorgánicos como arcillas, óxidos y oxihidróxidos de hierro y manganeso, así como sobre la materia orgánica. También pueden producirse reacciones de quelatización con la materia orgánica del suelo.

En el suelo, estos elementos se adhieren a las partículas, contaminando el hábitat de las plantas y cultivos, ya que, a través de sus raíces, las plantas absorben los metales pesados y con el tiempo, sus efectos se manifiestan en forma de alteraciones fisiológicas, limitando su crecimiento y desarrollo óptimos. Estas toxinas persistentes no solo afectan la calidad nutricional de los alimentos, sino que también representan un obstáculo para los agricultores, quienes ven mermada su capacidad de producir alimentos seguros y saludables.

 

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Imagen 2. Agua cruda que contiene patógenos no controlados, metales pesados, residuos de productos de aseo personal y doméstico, derivados de combustibles, disolventes industriales y plaguicidas, entre otros. Que son utilizadas como agua para riego sin previo tratamiento.

Metales en el agua

El agua, esencial para la vida y la producción agrícola, se convierte en un caldo de cultivo para la toxicidad de los metales pesados. Los acuíferos y cursos de agua utilizados para el riego agrícola se ven comprometidos por la infiltración de estos contaminantes, llegando directamente a las raíces de los cultivos y propagándose a lo largo de la cadena alimentaria. Además, las precipitaciones pluviales arrastran los metales pesados del suelo, expandiendo su impacto negativo en los ecosistemas acuáticos y las cosechas.

Estos metales pesados afectan a los ecosistemas y es causada principalmente por actividades humanas, como la minería, la fundición y otras actividades industriales y urbanas. Esto conlleva una serie de problemas tanto para las plantas, ya que los metales pesados se depositan en el suelo transportados por los ríos, causando disminución del crecimiento y amarillamiento de las hojas (clorosis), como para los seres humanos.

“Se estima que la tasa de contaminación del agua puede alcanzar los 200 millones de metros cúbicos diarios”

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Imagen 3. Minas clandestinas de carbón. San José Cloete, Coahuila. Crédito: Ariel Ojeda

Pero el peligro no se detiene ahí. La exposición crónica a metales pesados a través del consumo de alimentos contaminados puede tener consecuencias devastadoras para la salud humana. Desde trastornos neurológicos hasta daños en órganos vitales como riñones, hígado y sistema cardiovascular, estos elementos tóxicos representan una amenaza silenciosa que aumenta el riesgo de enfermedades graves, incluido el cáncer.

El mayor factor de contaminación de las aguas por metales pesados proviene de las descargas de aguas residuales resultantes de diversas actividades humanas, principalmente industriales. Cada día aumenta el grado de contaminación de las fuentes de agua debido al uso constante de estos metales en la industria, lo que incrementa su concentración en el agua y, por lo tanto, el riesgo para los seres humanos y otros organismos vivos al aumentar la probabilidad de exposición a estos metales.

Es preocupante considerar que los niveles permisibles de metales como el mercurio, plomo y cromo en el agua destinada al consumo humano son de 1.0 µg/L, 10 µg/L y 50 µg/L respectivamente según la legislación RD 140/03 y la NTC 183, mientras que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) establece valores máximos de 2.0 µg/L, 15 µg/L y 100 µg/L respectivamente.

En este contexto, se torna imperativo abordar de manera integral y efectiva la contaminación por metales pesados en el agua y el suelo. La implementación de estrategias de monitoreo riguroso, remediación ambiental y gestión sostenible se vuelve esencial para salvaguardar nuestros recursos naturales, preservar la biodiversidad y proteger la salud de las comunidades agrícolas y los consumidores.

 

Únete a nosotros en este fascinante viaje para descubrir las claves que permitirán mitigar los impactos de la contaminación por metales pesados en la agricultura. Juntos, podremos cultivar un futuro más saludable y sostenible, donde la tierra y el agua sean verdaderos guardianes de nuestro bienestar.

Para leer el artículo completo, visitar el siguiente enlace: (25) ¡Alerta Ambiental! Metales Pesados en Suelo y Agua: ¿Qué Peligros Ocultan? | LinkedIn

 

Referencias

http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0378-18442003000500007

http://www.scielo.org.co/pdf/ecei/v14n27/1909-8367-ecei-14-27-9.pdf

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